Por Iván Fanlo
Felicidad. Así es como sale uno del cine tras ver en pantalla grande Frozen. Un film que hubiera merecido estar en nuestra lista de lo mejor del 2013 y que por dejadez no hemos podido ver antes. Y es que la nueva obra de Disney es tanto una magnífica película de animación para toda la familia, como el mejor musical en mucho tiempo.

Lo que a priori parte como una trama con ecos a otros films de la compañía y sus típicos personajes rechazados, como La bella y la bestia o Cenicienta, aquí consigue dar una pequeña vuelta de tuerca. De hecho, el film llega a dinamitar alguno de los grandes pilares-Disney: la aceptación total del antiheroe como protagonista (que ya vimos en ¡Rompe Ralph! o Brave), la ridiculización del amor a primera vista, proponer como aceptable el coqueteo con alguien ya comprometido e incluso reconocer la anormalidad o los defectos de la protagonista como algo positivo. Mientras que en La bella y la bestia la redención final, a través del amor, convertía al horroroso protagonista de nuevo en humano, esta vez Elsa, no sólo acepta su castigo como su verdadero yo, sino que lo proclama a los cuatro vientos (así lo deja claro el tema principal de la bso, que seguramente ya estaréis hartos de escuchar).
El film también tiene otros grandes aciertos, como la recreación en el humor tonto (que ya les dio buenos resultados en la más que destacable Enredados) mezclado con el drama clásico, el flirteo con la intriga palaciega, un guión con sorpresas que no trata a los espectadores adultos como tontos, sus excelentes números musicales perfectamente integradas con la trama (los primeros 30 minutos del film son perfectos, dignos del mejor Broadway), una buena banda sonora, el gran trabajo de los actores de doblaje originales (Kristen Bell, te queremos) o una calidad técnica admirable.
Si le tengo que sacar algo malo a la película, es que haya tardado tanto en verla.
Nota: 7,5